Una nueva tragedia enluta a los
habitantes de Estados Unidos. Otra vez una escuela se convierte en el escenario
de una masacre. Empiezan las interpretaciones sobre la personalidad del autor (Adam
Lanza), sobre la legislación que permite comprar armas con una
facilidad asombrosa -según datos
existen 88 armas de fuego por cada 100 personas
en Estados Unidos.
Se hace una pausa tras el shock, luego
se mira hacia el pasado y rehace la macabra
lista de matanzas perpetradas por estadounidenses hacia estadounidenses
(12 tiroteos solo en este año) Se
realizan vigilias, ceremonias a las víctimas y promesas
de cambio. Aparecen los nombres de
las víctimas (20
niños, la mayoría pequeños de 6 años) y maestras
que hicieron escapar a sus alumnos, los ocultaron o intentaron enfrentarse al
asesino y perdieron la vida haciendo el sacrificio máximo.
Las vigilias y homenajes a las inocentes víctimas de esta masacre. Fuente
Reuters
Hay muchas aristas en este
problema. Por un lado tenemos el Bullying,
que es recurrente en la sociedad estadounidense. Según refieren expertos entrevistados
por el diario
El Comercio, los jóvenes son individualistas y están muy pendientes de
su éxito social (como muchos jóvenes), pero en este país la dosis de
aislamiento y maltrato social son muy altas y crueles- dejando heridas que no
se borran con facilidad. Las campañas contra el Bullying (tocados en este blog
en junio del
2012 y en agosto
del 2011) en Estados Unidos son numerosas. Apelan a testimonios de
artistas que cuenta como sufrieron este drama de pequeños, a situaciones
cotidianas que se transforma en Bullying, a mostrar el lado de la víctima, a brindarles
apoyo diciéndoles qué hacer. Sin embargo, los casos continúan, la violencia va
hacia las redes sociales y se llega a casos de adolescentes que no soportan más
y se quitan la vida.
Cadenas como MTV buscan apoyar iniciativas que frenen el Bullying. No
obstante, las cadenas de series americanas siguen perpetuando patrones donde lo
importante es el éxito social.
El primer ingrediente son
adolescentes frustrados con su vida, porque no es como ellos quisiera ni cómo
se les dice que debería ser según los cánones en los medios. El segundo
componente es la facilidad para conseguir armas. Más aún cuando se nos ofrecen
más “héroes” que toman la justicia por su mano y no a través de las leyes; o
que disparan primero y preguntan después.
Muchos “accidentes con arma de fuego” suceden en casa, en un estado de
ira irracional. El saldo el mismo: No quise hacerlo, estaba ofuscado, no era mi
intención…dejando atrás muertos y personas en la cárcel.
A ello habría que sumar la
sociedad que fomenta el uso de armas, que vive en estado de temer al otro, que “necesita”
sentirse segura y tiene leyes que “amparan” a todo ciudadano a portar y comprar
un arma para “protegerse”. La venta de armas es un gran negocio con lobbies
dentro de las esferas más altas del poder en Estados Unidos. Así que el camino
para el cambio no es nada fácil, menos cuando se les ha enseñado a las personas
que la respuesta ante la violencia es mayor violencia.
La cultura de las armas empieza con las leyes que la permiten;
amparándose en lobbies poderosos, creando necesidades y otorgando “falsa
seguridad” para justificar sus lucrativos ingresos.
Bien refiere Jorge Bruce en su artículo,
que llorar no detendrá a otra persona de cometer nuevamente un crimen por los
motivos que sea. Hay lobbies muy fuertes, pero si en verdad se quiere disminuir
las cifras lo único que queda es aplicar medidas de desarme.
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