Desde hace algunas semanas ha
circulado como noticia uno de los capítulos del programa de Discovery Channel
Don´t Drive Here. El programa capta, en esencia, los problemas que viven a
diario las personas de las ciudades con el tráfico más caótico. Las ciudades que hasta el momento han
aparecido: Nueva
Delhi (India), Bangkok (Tailandia), Ciudad de México, Manila
(Filipinas), Lima (Perú) y Ulan
Bator (Mongolia).
El conductor del programa, Andrew
Younghusband, expone cifras sobre el número de accidentes, del excesivo parque
automotor, etc. Además, hizo incidencia en el tipo de examen que se realiza a
los postulantes a conductor, en términos simples, “de risa” pues no mide la
capacidad de manejar situaciones de stress que se viven a diario en las pistas
limeñas – La ONG
Luz Ámbar es más incisiva al respecto en especial en cuestionar la
calidad de los centros donde se toman dichos exámenes.
Las
redes hicieron lo propio, en
especial en afirmar que esta situación no es novedad, que es una vergüenza de
nuestro país sea reconocido por ello, que decirlo sería antipatriota o haciendo
referencia a una campaña publicitaria (que se tratará más adelante)
Las redes exponiendo diversas reacciones sobre el tema.
Particularmente, rasgarnos las
vestiduras por este documental me parece innecesario. Demuestra parte de una realidad
a la que nos hemos acostumbrado, pero que no hemos analizado en todas sus
aristas. Una serie de informes de INFOS (Los malos de la
película, Tres mitos de las
combis y las rutas de la
corrupción entre otros) revelan datos importantes sobre los pagos que realizan
a diario los choferes de combi, la corrupción en acceder a las rutas, el
monopolio de ciertas empresas, los puntos más críticos de tráfico de Lima y los
problemas unidos a este y los intereses por entorpecer cualquier reforma venga
de donde venga.
Lima es una ciudad pensada para
el auto, no para el peatón. Sin embargo, somos los peatones los más afectados.
¿Por qué no tomar acciones al respecto? Existen algunas iniciativas al respecto
como las desarrolladas por Tráfico Lima o Luz Ámbar. Sin embargo, qué sucedería
si una marca comercial propone estos cambios para Lima, y alienta a desarrollarlos.
Everlast intentó tocar el tema con el spot
el Guantazo donde, en
líneas generales la idea era salir a las calles y hacer nuestra propia ley para
que nos respeten – tal como lo hace su estrella Natalia Málaga. Al respecto Milton
Vela y Augusto
Townsend han realizado muy buenos análisis.
El Guantazo ¿oportunidad perdida?
Si bien, a mi parecer esta
campaña no fue llevada adecuadamente, existen campañas de marcas reconocidas y exitosas
que “se compran” problemas alejados (algunos más y algunos menos) de su propuesta
de valor. Por ejemplo, Nescafé
promueve buenos hábitos en general, Coca
Cola está promocionando los valores con su viral “la billetera de la
felicidad”, Pedigree hace lo
propio al incentivar las adopciones de animales de la calle (Bad dog, Good dog), Avon sensibiliza sobre el cáncer de mama
y Dove ayuda a a mejorar la autoestima de las mujeres a través de la campaña sketches.
Hay marcas que van más allá de su propuesta de valor. Apuntan a un
consumidor que les exige más que un buen producto.
Más que pensar en lo bueno o malo
que puede dejarnos un informe, pensemos en qué le exigimos a las marcas. Y los
que nos dedicamos a planificar campañas o desarrollar mensajes estemos alertas
pues nuestro público (hoy prosumer) nos exige más de los productos que consume y
su compromiso con el entorno.
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