Imagen que circulaba en la redes. Así se vistan con burka, las miradas
lascivas hacia una mujer no cesan.
La lógica que prima aquí es “bastante
simple”: Usando prendas cortas se incita a la violencia; por tanto sin prendas
cortas no hay violencia” (¡bravo!) Disculpen mi sarcasmo, pero pensar así es
cómo creer que por no hablar de educación sexual en los colegios, los jóvenes
dejarán de tener inquietudes sobre el tema (las estadísticas ya nos han
demostrado ampliamente lo contrario)
El problema, desde mi punto de
vista, sigue siendo la falta de una educación completa, oportuna y sin sesgos. Al
hablar de educación nos referimos a la recibida en casa y en la escuela. El
hogar es el primer círculo para formar patrones de comportamiento en hombres y
mujeres. Si en casa tenemos un discurso distinto para ellos y ellas, comenzamos
el proceso de aprendizaje con el pie izquierdo.
Campaña de Save The Children que nos muestra cuán importante es la
educación que recibimos de pequeños en nuestro desarrollo como adultos.
En casa, muchas veces, les
pedimos a ellas que se cuiden de cómo visten pues eso “provoca” en los hombres
reacciones. Así, ellas crecen pensando que “fue su culpa” si en casa, la calle,
la escuela, el instituto o cualquier lugar han recibido un ataque; pues están
convencidas que buscaron ser miradas, tocadas o agredidas. La consigna es
clara: Se vista como se vista, nadie tiene derecho a violentar a otra persona. No
obstante, el sentimiento de culpa es un estado perenne en muchas mujeres.
En el caso del hombre la figura
es antagónica. Desde pequeño se le incita, celebra y pide que demuestre su
masculinidad. Que mire, que exprese, que toque…es hombre, para eso está. Sus
padres, amigos, la sociedad…todos se confabulan para que haga “uso” de su
masculinidad. En algunas ocasiones parece haber un patrón respecto a la mujer
que se agrede: joven, voluptuosa y mejor si hay testigos que “celebren” tu acto
(amigos) En otras, se elige a una mujer sola, de apariencia vulnerable para
poder ejercer control sobre ella (la calle, el bus, un paradero) suelen ser los
escenarios.
La campaña “no tienes derecho a violarme” fue analizada en este blog
y apela a despertar nuestra conciencia en que todavía creemos que la mujer, por
su condición, es un objeto del cual el hombre puede disponer.
Estos esquemas están implantados
en la sociedad. La educación y sensibilización para abordarlos y cambiar dichas
conductas son materia importante y poco trabajada por algunos “periodistas”. En
un reportaje del programa Al Sexto Día,
se observa cómo muchos varones acosan con la mirada, con las palabras, se
detienen a mirar. No obstante, el “reportero” no critica, celebra se une al
juego y justifica por qué los hombres nos volvemos “locos”. Al final su
conclusión es “sigamos mirando y rompiéndonos el ojo”.
Muchas veces los medios contribuyen, celebran y justifican las miradas
que se hacen respecto a cómo debe ser el trato hacia una mujer.
Las estadísticas de femicidios siguen
en aumento, como en el caso de Tacna.
Los ataques no se detienen por cubrir a una mujer de pies a cabeza, ni por
hacer que vayan en trenes distintos como en México ni tampoco recolectando
historias de violencia o acoso callejero, que puede ser importante siempre que
estén acompañadas de propuestas para cambiar el sistema educativo, de salud y
justicia.
Se debe conversar con padres,
alumnos, profesores, prestadores de salud, justicia y seguridad. El vestirnos
con ropa que nos favorezca es parte de un sentirse bien con uno mismo y una
misma. NADIE tiene derecho a mirarnos, decirnos ni tocarnos.