sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Una vida por otra?: Aborto terapéutico y embarazo adolescente.

Los embarazos deberían ser momentos de algarabía para la pareja que espera una nueva vida. Sin embargo, no siempre es así. En algunos casos existen malformaciones en la criatura; poniendo en riesgo la vida de la madre y del bebe. En dichas situaciones, los médicos deberían ceñirse a un protocolo y salvar una vida, pero cual ¿la de la mujer o la de la criatura?  
Los que optan por salvar la vida del niño que aún no nace, esgrimen razones como: “La vida empieza desde que el óvulo se une al espermatozoide”,  “¿quién defiende a esa criatura que no tiene voz?”. Y está bien es su derecho a pensar y opinar. Para los que defienden a la madre, todo empieza por cuestiones básicas de independencia: “la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo”, “ella es una persona que produce, que tiene un hogar y una familia”. Y me parece que también es correcto.
La concepción de la vida es un tema que divide de la manera más visceral.
Sin embargo, en nuestro país la mujer no puede decidir, ni solicitar, la suspensión del embarazo, ni siquiera cuando éste pone en peligro su propia vida, a pesar que el aborto por razones terapéuticas no está penado. ¿Por qué razón? Porque no se ha aprobado el protocolo médico para que los galenos se ciñan a un esquema de trabajo. Debido a lobbies de ciertos grupos que consideran que su moral está por encima de la de otros, y que su decisión debe regir para todos aquellos que no tienen los ingresos económicos para hallar salidas “dignas, rápidas y discretas”.
¿Cuánto tienes?... cuanto vales
El tema del embarazo no deseado no es nuevo, tampoco el embarazo adolescente no deseado. Sin embargo, hay diferencias económicas que marcan las opciones en lo referido a lo que muchos consideran un problema de “honras”. Así, las que tienen dinero pueden viajar a algún país donde el aborto es legal, acudir a ciertas clínicas privadas donde, a través de contactos y dinero, se practican un aborto seguro. O finalmente, acceder a las píldoras de emergencia que se venden con receta médica (dependiendo de la farmacia) y tienen un costo promedio de diez a veinte soles. Hasta ahí todo bien; aquellas que decidieron no tener al niño logran su objetivo y siguen con sus proyectos de vida. Pero ¿qué pasa con aquellas que no tiene?
Para ellas existen opciones menos alentadoras, pueden ir revisar los avisos de algunos diarios donde promocionan “controlar el atraso menstrual” o ver pegados en los postes de luz estos avisos, e ir donde estos pseudo médicos (algunos de los cuales ni siquiera tienen las nociones más básicas de salud), atenderse en condiciones insalubres y encomendarse a todos los santos para salir con vida y sin ningún trauma en sus órganos que la deje estéril para siempre. Algunos pueden decir ¿no es más fácil adquirir las píldoras que arriesgarse al aborto clandestino, que definitiva saldría más caro? Sí siempre que se apliquen a tiempo y ahí jugamos con factores de “creer que no están embarazadas” hasta que no les viene el periodo, pasar el trauma de la relación (cuando ésta no es consentida), superar los estigmas de vergüenza que algunos profesionales de salud hacen sobre las adolescentes (¿Eres menor de edad que haces comprando este producto?) En esa disyuntiva pasa el tiempo de efectividad del medicamento.
Una adolescente NSE AB tiene opciones para no tener al niño, una de NSE CDE no tiene más que tenerlo o jugarse la vida.
Sacando las antorchas nuevamente
La pregunta de fondo es ¿por qué dejar que una mujer tenga que llegar a la disyuntiva de abortar o no? En el caso del aborto terapéutico la cuestión es clara: La vida de la madre está en juego y sería decisión de ella, valiente y loable por cierto, si por voluntad propia decide arriesgar su vida en pos de que nazca su hijo. Sin embargo, ¿qué pasa cuando ella quiere vivir, y el personal de salud en lugar de seguir un protocolo sigue a su conciencia?
Muchas personas juzgan el embarazo adolescente. Piensan que se embarazó por coqueta, por andar de perdida en una fiesta, por “seguir sus instintos”. No obstante recordemos que hay múltiples razones más allá de las relaciones fortuitas. Entre muchas de las razones que se esgrimen como motivo de embarazo adolescente tenemos la violación (incluyendo el padre, padrastro, familiares, amigos o desconocidos) también los patrones culturales, sociales donde “es normal que una muchacha se embarace a los 12 ó 14 años. Entonces ¿por qué no se brinda una correcta información a los adolescentes? En muchas escuelas es obligatorio el curso de religión pero no el de sexualidad. Y es que, nuevamente, el tema es que más que un país laico (que lo somos según la constitución) parecemos un estado teocrático, al menos en materia de salud y educación sexual.

Algunos “profesionales” de la salud estigmatizan a las adolescentes embarazadas, como si su estado fuese el castigo por “abrir las piernas”. (DEMUS)
Según el razonamiento de los “defensores de la vida”, aprobar el protocolo de aborto, así sea terapéutico, es abrir una puerta para usarlo como método para un número ilimitado de casos, llámese control de natalidad; lo que llevaría a la destrucción de la moral de nuestra sociedad (especialmente nuestros jóvenes). Las plataformas empleadas por estos grupos van desde los sermones dominicales en las iglesias, minimizar el tema diciendo que los actuales conocimientos médicos permiten salvar ambas vidas haciendo innecesario el aborto (tal vez en países desarrollados donde, curiosamente, el aborto sí está permitido), el uso de medios de comunicación como programas de TV, radio e internet, la estigmatización hacia el otro considerándolo “asesino abortista”, las visitas realizadas a los miembros del Tribunal Constitucional por ultra conservadores en el caso de la llamada Píldora del Día Siguiente, donde los jueces resultaban saber más de salud que la OMS y la OPS e incluso la amenaza de excomunión.
Los grupos “defensores de la vida” usan todos los recursos para imponer su moral.
Creo que cada quien debe decidir con su conciencia, y eso es bueno; pero eso no significa negarle la atención a una mujer que, consciente que su vida está en juego, decide vivir. Existe un protocolo que solo es practicado por 14 nosocomios; el resto no lo practica porque algunos médicos prefieren sacrificar la vida de la madre por evitar problemas legales (pues no está aprobado como protocolo universal por parte del Ministerio de Salud) o por convicciones religiosas.  
Hay que recordar que los profesionales que practican la medicina tienen “un juramento hipocrático”, no hipócrita. Existe un grupo que SÍ puede elegir; mientras que el otro NO puede; especialmente si es mujer, adolescente, de origen rural y con poco grado de instrucción. Si defendemos la vida pensemos también en la vida de la madre. No creo que ninguna mujer quisiese pasar por la experiencia de un aborto. Deja secuelas físicas, emocionales y psicológicas profundas; pero seguirá sucediendo mientras no combatamos los problemas de fondo como son comprender la vida sexual de nuestros niños y adolescentes (que es real) y darles las herramientas (completas, a tiempo y sin juzgamientos) para que elijan y no tengan que buscar salidas desesperadas.
Según DEMUS, la cifra de abortos clandestinos alcanza los 400 mil casos, principalmente de escasos recursos.

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