miércoles, 26 de septiembre de 2012

Mirando más allá de la punta del iceberg: El caso Ruth Thalía Sayas

La muerte de Ruth Thalía Sayas ha sido noticia de primera plana. El caso es notoriedad no solo por la insania con la que fue cometido el crimen; sino porque es un golpe directo al tipo de sociedad que somos
El principal actor de este caso es su asesino, cuya “excusa”, y la que plantea su familia, es que “ella (Ruth Thalía) lo humilló, le hizo quedar como cachudo, como huevón, todos se ríen de él”, ergo, eso le daba derecho a secuestrarla, golpearla humillarla, matarla y limpiar mi imagen. Como refiere Roberto Bustamante en su artículo Perú, país megaperverso, “en este país es mejor ser homicida que cachudo”.
“La mujer es mi objeto y puedo disponer de ella, incluso de su vida”- así es el pensamiento de muchos hombres en nuestra sociedad.
El segundo gran actor, más que el programa El Valor de la Verdad, son los medios de comunicación. Gustavo Faverón desarrolla dos artículos (Un femicidio en dos episodios y la moral de la TV; Ningún femicidio es cometido por una sola persona), que abordan este tema. En estos artículos Faverón expone la “cerrada defensa” que muchos medios han realizado sobre su grado de responsabilidad en este caso, sea minimizando el hecho, atacando al conductor, convirtiéndolo en un suerte de “tu envidia es mi progreso” (tengo más rating que tú y te duele) y porque los medios están evidenciando su lado más “transparente”: tenemos un negocio, buscamos sacar ganancias, traer anunciantes y nos moveremos con lo que la gente quiera (o haremos que quieran lo que producimos).
Carlín interpreta el interés de los canales por el rating.

Otro actor, tangencial o del mismo peso que el punto anterior, es Beto Ortiz, así no le agrade. Muchos consideran una actitud de quitar cuerpo por el grado de responsabilidad y más aún un “aparente” grado de indolencia. Sin embargo, él no es el único que realiza un tratamiento maquineo de la noticia. Casi todos los medios de señal abierta, en sus diversos horarios, lo hacen. Corren a grabar a un padre o madre llorando a su hijo/a, colocan música triste, buscan adjetivos que impacten: eso vende.
Al mismo tiempo vale revisar la preparación y sensibilización de las caras que dan las noticias y generan opinión en nuestro país. Si optas por ser el conductor de un espacio, lo ideal es prepararte. Cuántos periodistas se dan cuenta de su lenguaje estigmatizador, de sus gestos y cuánto ello puede influir en las personas que conforman su realidad a partir de lo que observan en los medios de comunicación- especialmente las personas de nivel socioeconómico más humilde.
Javier Ampuero, en Cómo los medios de comunicación informan sobre el VIH y cómo lo pueden hacer mejor, revela la poca preparación que tienen los periodistas respecto no solo a conocimientos sobre el VIH; sino que tienen miradas estereotipadas que pueden contribuir al estigma. Esto mismo puede ocurrir con el bullying, feminicidio, homosexualidad, etc. Queda la pregunta ¿Los canales invierten en la mejor formación de sus periodistas? ¿Cuántos buscan ampliar su mirada de la realidad? ¿Las universidades e institutos han tomado en consideración estos temas?
Autorregulación, mayor preparación, sensibilización en temas diversos es lo mínimo que deberíamos exigir a los periodistas. En la foto Carlos Carlín exponiendo un informe sobre la violación a un menor de edad.
Un cuarto actor es el Estado Peruano. Como refiere Marco Sifuentes en su artículo El Horror de la Verdad, somos el país con más denuncias de violación de Sudamérica; puesto 16 en el mundo, se violan 20 personas al día (93% son mujeres y la mayoría son menores de edad- ahijadas, sobrinas o hijas del violador). Como refiere Susana Chávez de PROMSEX, en el artículo Cuerpo y derechos ¿Quién mató a Ruth Sayas? “A Ruth la mato un hombre que creyó ser dueño de su vida y porque hay una sociedad que refuerza esta desvaloración de las mujeres y hay un Estado que así lo permite”.
Quinto, y principalísimo actor, somos nosotros. La Asociación Nacional de Anunciantes (ANDA) ha optado por no sancionar a El Valor de la Verdad por emitirse fuera del horario de protección al menor. Entonces ¿quién puede sancionar a este tipo de programas? Nosotros. Porque cada uno colabora en el rating de programa que escarban en las miserias humanas, que hacen apología a la violencia, a los estigmas de homosexuales o mujeres tildadas de jugadoras, apoyan el mantener un hogar a pesar del engaño en nombre del amor y la familia, etc. Miramos sus repeticiones, sus emisiones en web, lo twitteamos compartimos vía Facebook.
Muchos periodistas dicen “nadie obliga a nadie a consumir los medios”, otros dicen “somos productos, ustedes nos consumen y exigen entretención”. Si tan productos se consideran, entonces recordemos que Phillip Kotler en Marketing 3.0 nos dice que ahora las marcas buscan llenar el corazón y el espíritu de sus consumidores. Los canales que emiten cultura no tienen rating, los que emiten morbo superan los dos dígitos. Si queremos hacer cambios, si esta muerte, como muchas otras que tienen una arista en lo que los medios de comunicación emiten, servirá para debiera ser para que decidamos exigir otro tipo de programas. Caso contrario, esperemos a la siguiente víctima.
Esta imagen criticaba a toda la producción peruana en general. Salvo loables intentos la mayoría solo busca la “entretención”.

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