miércoles, 26 de diciembre de 2012

La minifalda tiene la culpa

Mi mañana empezó con la siguiente noticia: “En Suazilandia, las mujeres tienen prohibido usar minifalda y serán responsables de las agresiones sexuales que sufran en caso desacaten la norma” Según declaraciones de la vocera de la policía, Wendy Hleta, las mujeres que usen estas prendas podrían ser sancionadas hasta con seis meses de prisión.


Imagen que circulaba en la redes. Así se vistan con burka, las miradas lascivas hacia una mujer no cesan.

La lógica que prima aquí es “bastante simple”: Usando prendas cortas se incita a la violencia; por tanto sin prendas cortas no hay violencia” (¡bravo!) Disculpen mi sarcasmo, pero pensar así es cómo creer que por no hablar de educación sexual en los colegios, los jóvenes dejarán de tener inquietudes sobre el tema (las estadísticas ya nos han demostrado ampliamente lo contrario)

El problema, desde mi punto de vista, sigue siendo la falta de una educación completa, oportuna y sin sesgos. Al hablar de educación nos referimos a la recibida en casa y en la escuela. El hogar es el primer círculo para formar patrones de comportamiento en hombres y mujeres. Si en casa tenemos un discurso distinto para ellos y ellas, comenzamos el proceso de aprendizaje con el pie izquierdo.

Campaña de Save The Children que nos muestra cuán importante es la educación que recibimos de pequeños en nuestro desarrollo como adultos.

En casa, muchas veces, les pedimos a ellas que se cuiden de cómo visten pues eso “provoca” en los hombres reacciones. Así, ellas crecen pensando que “fue su culpa” si en casa, la calle, la escuela, el instituto o cualquier lugar han recibido un ataque; pues están convencidas que buscaron ser miradas, tocadas o agredidas. La consigna es clara: Se vista como se vista, nadie tiene derecho a violentar a otra persona. No obstante, el sentimiento de culpa es un estado perenne en muchas mujeres.

En el caso del hombre la figura es antagónica. Desde pequeño se le incita, celebra y pide que demuestre su masculinidad. Que mire, que exprese, que toque…es hombre, para eso está. Sus padres, amigos, la sociedad…todos se confabulan para que haga “uso” de su masculinidad. En algunas ocasiones parece haber un patrón respecto a la mujer que se agrede: joven, voluptuosa y mejor si hay testigos que “celebren” tu acto (amigos) En otras, se elige a una mujer sola, de apariencia vulnerable para poder ejercer control sobre ella (la calle, el bus, un paradero) suelen ser los escenarios.
La campaña “no tienes derecho a violarme” fue analizada en este blog y apela a despertar nuestra conciencia en que todavía creemos que la mujer, por su condición, es un objeto del cual el hombre puede disponer.
Estos esquemas están implantados en la sociedad. La educación y sensibilización para abordarlos y cambiar dichas conductas son materia importante y poco trabajada por algunos “periodistas”. En un reportaje del programa Al Sexto Día, se observa cómo muchos varones acosan con la mirada, con las palabras, se detienen a mirar. No obstante, el “reportero” no critica, celebra se une al juego y justifica por qué los hombres nos volvemos “locos”. Al final su conclusión es “sigamos mirando y rompiéndonos el ojo”.

Muchas veces los medios contribuyen, celebran y justifican las miradas que se hacen respecto a cómo debe ser el trato hacia una mujer.

Las estadísticas de femicidios siguen en aumento, como en el caso de Tacna. Los ataques no se detienen por cubrir a una mujer de pies a cabeza, ni por hacer que vayan en trenes distintos como en México ni tampoco recolectando historias de violencia o acoso callejero, que puede ser importante siempre que estén acompañadas de propuestas para cambiar el sistema educativo, de salud y justicia.

Se debe conversar con padres, alumnos, profesores, prestadores de salud, justicia y seguridad. El vestirnos con ropa que nos favorezca es parte de un sentirse bien con uno mismo y una misma. NADIE tiene derecho a mirarnos, decirnos ni tocarnos.   

lunes, 17 de diciembre de 2012

Educación, balas y violencia. Oscuros reflejos en el norte.


Una nueva tragedia enluta a los habitantes de Estados Unidos. Otra vez una escuela se convierte en el escenario de una masacre. Empiezan las interpretaciones sobre la personalidad del autor (Adam Lanza), sobre la legislación que permite comprar armas con una facilidad asombrosa -según datos existen 88 armas de fuego por cada 100 personas en Estados Unidos.

Se hace una pausa tras el shock, luego se mira hacia el pasado y rehace la macabra lista de matanzas perpetradas por estadounidenses hacia estadounidenses (12 tiroteos solo en este año) Se realizan vigilias, ceremonias a las víctimas y promesas de cambio.  Aparecen los nombres de las víctimas (20 niños, la mayoría pequeños de 6 años) y maestras que hicieron escapar a sus alumnos, los ocultaron o intentaron enfrentarse al asesino y perdieron la vida haciendo el sacrificio máximo.
Las vigilias y homenajes a las inocentes víctimas de esta masacre. Fuente Reuters
Hay muchas aristas en este problema. Por un lado tenemos el Bullying, que es recurrente en la sociedad estadounidense. Según refieren expertos entrevistados por el diario El Comercio, los jóvenes son individualistas y están muy pendientes de su éxito social (como muchos jóvenes), pero en este país la dosis de aislamiento y maltrato social son muy altas y crueles- dejando heridas que no se borran con facilidad. Las campañas contra el Bullying (tocados en este blog en junio del 2012 y en agosto del 2011) en Estados Unidos son numerosas. Apelan a testimonios de artistas que cuenta como sufrieron este drama de pequeños, a situaciones cotidianas que se transforma en Bullying, a mostrar el lado de la víctima, a brindarles apoyo diciéndoles qué hacer. Sin embargo, los casos continúan, la violencia va hacia las redes sociales y se llega a casos de adolescentes que no soportan más y se quitan la vida.

Cadenas como MTV buscan apoyar iniciativas que frenen el Bullying. No obstante, las cadenas de series americanas siguen perpetuando patrones donde lo importante es el éxito social.

El primer ingrediente son adolescentes frustrados con su vida, porque no es como ellos quisiera ni cómo se les dice que debería ser según los cánones en los medios. El segundo componente es la facilidad para conseguir armas. Más aún cuando se nos ofrecen más “héroes” que toman la justicia por su mano y no a través de las leyes; o que disparan primero y preguntan después.

Muchos “accidentes con arma de fuego” suceden en casa, en un estado de ira irracional. El saldo el mismo: No quise hacerlo, estaba ofuscado, no era mi intención…dejando atrás muertos y personas en la cárcel.

A ello habría que sumar la sociedad que fomenta el uso de armas, que vive en estado de temer al otro, que “necesita” sentirse segura y tiene leyes que “amparan” a todo ciudadano a portar y comprar un arma para “protegerse”. La venta de armas es un gran negocio con lobbies dentro de las esferas más altas del poder en Estados Unidos. Así que el camino para el cambio no es nada fácil, menos cuando se les ha enseñado a las personas que la respuesta ante la violencia es mayor violencia.

La cultura de las armas empieza con las leyes que la permiten; amparándose en lobbies poderosos, creando necesidades y otorgando “falsa seguridad” para justificar sus lucrativos ingresos.

Bien refiere Jorge Bruce en su artículo, que llorar no detendrá a otra persona de cometer nuevamente un crimen por los motivos que sea. Hay lobbies muy fuertes, pero si en verdad se quiere disminuir las cifras lo único que queda es aplicar medidas de desarme.

viernes, 7 de diciembre de 2012

La coherencia en un mensaje: El caso Villena


El 25 de noviembre se celebró el Día de la No Violencia contra la Mujer. Al día siguiente, el Ministro de Trabajo José Villena agredió a una trabajadora de la empresa de transporte aéreo LAN. Las críticas no se han hecho esperar: personas de a pie, blogueros, periodistas, políticos condenaron al acción del Ministro. En un primer momento se opto por el silencio, luego el Ministro viaja a Arequipa a “pedir disculpas” insistiendo que todo fue un mal entendido.

La Ministra de la Mujer, Ana Jara, ha sido enfática “ningún ciudadano o ciudadana tiene corona o privilegios ante la Ley y que el tratamiento legal y/ o social, en los casos de violencia de género, es igual para todos y todas, sin hacer diferenciación de personas, indistintamente su cargo o posición social, con la consiguiente condena y repudio hacia los hechos de violencia contra la mujer y cualquier sector en estado de vulnerabilidad”. Sin embargo, el premier, Juan Jiménez, ha minimizado el hecho; afirmando que se trata de un caso “aislado y superado”.
Carlín interpretando este incidente.

El caso trae y continuará trayendo cola. En la red social Twitter se ha creado el hasta #fueravillena que contiene la condena de reconocidos periodistas y analistas. Vale leer el análisis de Mirko Lauer (Salvando al sargento Villena)

Diversas periodistas y blogueros expresando su rechazo al Ministro.
Al margen de la gravedad que una agresión representa, este caso tiene muchas aristas para el análisis.
Los ejemplos pesan más que las palabras. Que un gobierno realice un mensaje apelando a los valores, del ciudadano común, pero guarde silencio, no tome acciones de reparación, no de la cara o minimice este tipo de actos es muy grave y echa por tierra cualquier mensaje por más cierto que sea. Como mencioné en el post Los valores están en ti, no en mí, es muy tentador pedir al otro algo y no estar a la altura de la exigencia requerida.
Esto afecta a TODOS: Cualquier institución que desee apelar a un cambio de patrones afianzados en el imaginario popular tendrá muchos problemas porque el ciudadano común termina visibilizando las conductas y no las palabras porque “somos vivos”, “la ley es para el otro, no para mí”. Más aún si al parecer se toman medidas no tan éticas como lo expuesto por Diario 16 donde el Ministro solicita a los congresistas no pedir su interpelación.
Los actos terminan por avalar conductas. Con este tipo de actos, en especial realizado por un Ministro de Trabajo, que se supone vela por el respeto a TODOS Y TODAS los trabajadores, el mensaje entre líneas es: “maltrata a tus trabajadores, tú (jefe) tienes el poder, eres superior, tienes más derechos”.

La violencia se aprende, más con el ejemplo que revela nuestra verdadera naturaleza.

No pasar por agua tibia acciones graves: Aparentemente la ley no es igual para todos. Más aún al revisar las frases y actos que al parecer realizó el Ministro. Empujar a la trabajadora, fotografiar a los trabajadores y amenazar con despedirlos. Esto refuerza la idea que el Perú es desigual y guardar silencio no ayuda.

Los cambios sociales implican una sensibilización y compromiso de TODOS los operadores y estamentos. Los cambios son lentos, pero deben mantenerse constantes. Muchos mensajes sociales apelan al ejemplo para modificar conductas. Sin embargo, cuando las altas autoridades no están sensibilizadas ante el tema, no hay más que asumir que el mensaje es un saludo a la tribuna a través de un globo de gas que se desinfla; mientras las cifras de agresiones a mujeres siguen día a día en aumento. Hasta ahora existe el pedido de una interpelación al Ministro y el silencio de las altas esferas del poder.

Colofón
 
El domingo, entre gallos y media noche, se aceptó la renuncia de Villena. Poco favor se hizo; pues no existe mea culpa, se sigue minimizando el delito. Ninguna autoridad, salvo la Ministra Ana Jara, se pronunció en contra del abuso cometido. El cambio se debió a la presión mediática y política. El tema sigue de largo y hay que recordar que el papel y el vídeo, si bien aguantan todo, caen en saco roto cuando las conductas y las acciones cotidianas de todos (en especial de quienes tienen poder) van en contra de lo que se pregona.

Carlín exponiendo a los pseudo defensores de las mujeres.
Ya no se acuerdan de sus obras.