lunes, 26 de septiembre de 2011

Buenos días violencia

Hay una dupla mortal que se ha ido gestando en las canchas de fútbol: Hinchas y violencia. Sus actuaciones se dan en casi todos los lugares del planeta donde se practique “el más popular de los deportes”. No hay distingo de si es un equipo de primera, segunda o tercera división, si es en un país “desarrollado” o en uno “en vías de desarrollo”. La estela de dolor cada vez que esta dupla asoma en los estadios es la misma.
La violencia en el fútbol se da en todos países y clases sociales.
En nuestro país la situación no es alentadora. Ataques en la copa Perú (segunda división), contra los árbitros y contra los que van circundando por los alrededores y tienen la fatalidad de cruzarse en el camino de las barras (como la trágica muerte de una joven arrojada de una coaster por miembros de las “barras bravas”) y el último caso el de un joven hincha de Alianza Lima que murió tras ser arrojado desde un palco en el clásico Universitario- Alianza Lima llevado a cabo este último fin de semana. Para la periodista Rosa María Palacios las explicaciones sociológicas pasan por “la droga, el alcohol y las barras” y los culpables desde la policía, los dueños del estadio, las autoridades municipales, los hinchas de uno y otro equipo (por provocar o atacar) hasta el propio Manuel Burga (Presidente de la Federación de Futbol Peruano).
Mientras unos lloran, otros siguen celebrando la victoria del clásico; como si la indignación por una muerte solo me toca si eres parte de mi equipo.
¿Habrá alguna diferencia?
Esta es la punta de un iceberg que vemos venir cual tripulantes de un Titanic del cual no podemos bajar; a menos que se vaya a otro país, aunque eso no garantice cambiar un problema por otro (xenofobia de la más exacerbada si consideramos la crisis mundial). Las acciones que se van a tomar son bastante conocidas, buscar a los culpables (no importan si son o no; hay que buscar culpables), vetar el estadio (aunque hay muchísimos intereses económicos de por medio), llamar a las autoridades a cargo (que irán de buena gana a o no cuanta diligencia se les pida), pedir mayores garantías a la policía (que en cada clásico convertirán a Lima en zona liberada pues a este ritmo todos los efectivos deberán estar de “guardaespaldas” de todos los que vayan al estadio) y medidas de impacto (empadronar barristas, pedir que no se regalen entradas, etc.).
Tristemente hay que decir que estas medidas ya se dieron, y quizá, tiempo más, tiempo menos, volveremos a escuchar de ello porque, como ya se dijo, hay muchísimos interés que imposibilitan medidas drásticas. En el caso del vóley, curiosamente un deporte femenino con menor presupuesto y mejores resultados, cuando se dio un hecho similar el equipo fue SEPARADO de la liga.

“Pasando a otros temas”
Michael Moore en su documental “Bowling for Columbine” describe como es la sociedad en Estados Unidos: violenta, llena de noticias de masacres, violaciones y muertes en las calles y escuelas, y quizá ese mensaje diario, esa dosis continua hace que se desarrolle una sociedad que dispara primero y pregunta después. Cuando compara la cultura y noticieros en Canadá encuentra más de una diferencia respecto a esos temas. En Canadá se destaca las noticias positivas y el desarrollo; mientras que los crímenes, que existen, se dan en un segundo plano. Las personas no viven pendientes de temas de violentos ni son el eje de lo que buscan en la televisión. 
Nuestros noticieros van la senda americana. Un gran porcentaje se dedican a cubrir, en más de una oportunidad durante el programa, la misma noticia de muerte y asesinatos. Dejando poco espacio a las noticias de progreso. La consigna, digitada o no, es informar, denunciar, conseguir exclusivas, imágenes del dolor de las víctimas. El dolor y la reflexión sobre el tema se dan en unos segundos para luego decir “pasar a otros temas”, cambiar la página y seguir con más información del mismo corte (en la mayoría de los casos). La razón quizá se explique porque los noticieros, como muchos programas, quedan supeditados al rating y éste responde a lo que el público pide, lo que a su vez responde a un reflejo de lo que es nuestra sociedad.
Esta espiral de la llamada “TV basura” tuvo su cúspide con el gobierno de Alberto Fujimori y los talk show; donde casi todos los canales de señal abierta tuvieron el suyo, con más o menos reticencias, para mostrar las desgracias humanas. La Asociación Nacional de Anunciantes (ANDA) tiene una lista con programas con señal roja y ámbar, muchos en horario de protección al menor, pero que parece no tener suficiente poder de presión siendo los canales juez y parte.
En diferentes formatos, seguimos consumiendo contenidos muy malos en los programas de TV.

¿Soluciones a la vista?
No es novedad decir que somos una sociedad violenta e intolerante. Lo vimos reflejado en las últimas elecciones presidenciales y municipales donde el otro era mi enemigo, y en donde se ejecutó una purga de “amigos, amixers” o como quieran llamarlo de perfiles. Marco Sifuentes desarrolló un artículo que pinta nuestros pensamientos más intolerantes en frases como: “Ojala se destruya Machupicchu”, “Róbale el DNI a tu empleada para que no vote por Humala”. Claro tampoco podemos olvidar de cómo fueron tildados de genocidas y otros epítetos por votar por Keiko Fujimori.
Me parece que seguiremos por esa senda, poco se puede hacer mientras la sociedad como tal no se compre el pleito, mientras no se haga un trabajo largo y sostenido en educación, mientras el Ministerio del Interior considere que la represión (en vez de la prevención) es la única salida; mientras los medios no cambien su forma de dar noticias, de informar y entretener.
Formación, educación, empleo, deporte y reparación por los delitos como pandilleros son formas de encauzar el liderazgo, organización y solidaridad que tienen los miembros de las pandillas- haciendo referencia al trabajo del padre José Ignacio Mantecón en El Agustino. Total, las pandillas visibilizan a estos chicos y chicas que vienen de hogares desintegrados, contextos de pobreza, poca educación, pocas esperanzas de futuro, necesidad de afecto y estima (importantísimo) entre otros.
El Padre José Ignacio “Chiqui” Mantecón S.J. un zaragozano que desde hace más de 25 años aproximadamente trabaja en el Agustino y casi 15 con las pandillas.

sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Una vida por otra?: Aborto terapéutico y embarazo adolescente.

Los embarazos deberían ser momentos de algarabía para la pareja que espera una nueva vida. Sin embargo, no siempre es así. En algunos casos existen malformaciones en la criatura; poniendo en riesgo la vida de la madre y del bebe. En dichas situaciones, los médicos deberían ceñirse a un protocolo y salvar una vida, pero cual ¿la de la mujer o la de la criatura?  
Los que optan por salvar la vida del niño que aún no nace, esgrimen razones como: “La vida empieza desde que el óvulo se une al espermatozoide”,  “¿quién defiende a esa criatura que no tiene voz?”. Y está bien es su derecho a pensar y opinar. Para los que defienden a la madre, todo empieza por cuestiones básicas de independencia: “la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo”, “ella es una persona que produce, que tiene un hogar y una familia”. Y me parece que también es correcto.
La concepción de la vida es un tema que divide de la manera más visceral.
Sin embargo, en nuestro país la mujer no puede decidir, ni solicitar, la suspensión del embarazo, ni siquiera cuando éste pone en peligro su propia vida, a pesar que el aborto por razones terapéuticas no está penado. ¿Por qué razón? Porque no se ha aprobado el protocolo médico para que los galenos se ciñan a un esquema de trabajo. Debido a lobbies de ciertos grupos que consideran que su moral está por encima de la de otros, y que su decisión debe regir para todos aquellos que no tienen los ingresos económicos para hallar salidas “dignas, rápidas y discretas”.
¿Cuánto tienes?... cuanto vales
El tema del embarazo no deseado no es nuevo, tampoco el embarazo adolescente no deseado. Sin embargo, hay diferencias económicas que marcan las opciones en lo referido a lo que muchos consideran un problema de “honras”. Así, las que tienen dinero pueden viajar a algún país donde el aborto es legal, acudir a ciertas clínicas privadas donde, a través de contactos y dinero, se practican un aborto seguro. O finalmente, acceder a las píldoras de emergencia que se venden con receta médica (dependiendo de la farmacia) y tienen un costo promedio de diez a veinte soles. Hasta ahí todo bien; aquellas que decidieron no tener al niño logran su objetivo y siguen con sus proyectos de vida. Pero ¿qué pasa con aquellas que no tiene?
Para ellas existen opciones menos alentadoras, pueden ir revisar los avisos de algunos diarios donde promocionan “controlar el atraso menstrual” o ver pegados en los postes de luz estos avisos, e ir donde estos pseudo médicos (algunos de los cuales ni siquiera tienen las nociones más básicas de salud), atenderse en condiciones insalubres y encomendarse a todos los santos para salir con vida y sin ningún trauma en sus órganos que la deje estéril para siempre. Algunos pueden decir ¿no es más fácil adquirir las píldoras que arriesgarse al aborto clandestino, que definitiva saldría más caro? Sí siempre que se apliquen a tiempo y ahí jugamos con factores de “creer que no están embarazadas” hasta que no les viene el periodo, pasar el trauma de la relación (cuando ésta no es consentida), superar los estigmas de vergüenza que algunos profesionales de salud hacen sobre las adolescentes (¿Eres menor de edad que haces comprando este producto?) En esa disyuntiva pasa el tiempo de efectividad del medicamento.
Una adolescente NSE AB tiene opciones para no tener al niño, una de NSE CDE no tiene más que tenerlo o jugarse la vida.
Sacando las antorchas nuevamente
La pregunta de fondo es ¿por qué dejar que una mujer tenga que llegar a la disyuntiva de abortar o no? En el caso del aborto terapéutico la cuestión es clara: La vida de la madre está en juego y sería decisión de ella, valiente y loable por cierto, si por voluntad propia decide arriesgar su vida en pos de que nazca su hijo. Sin embargo, ¿qué pasa cuando ella quiere vivir, y el personal de salud en lugar de seguir un protocolo sigue a su conciencia?
Muchas personas juzgan el embarazo adolescente. Piensan que se embarazó por coqueta, por andar de perdida en una fiesta, por “seguir sus instintos”. No obstante recordemos que hay múltiples razones más allá de las relaciones fortuitas. Entre muchas de las razones que se esgrimen como motivo de embarazo adolescente tenemos la violación (incluyendo el padre, padrastro, familiares, amigos o desconocidos) también los patrones culturales, sociales donde “es normal que una muchacha se embarace a los 12 ó 14 años. Entonces ¿por qué no se brinda una correcta información a los adolescentes? En muchas escuelas es obligatorio el curso de religión pero no el de sexualidad. Y es que, nuevamente, el tema es que más que un país laico (que lo somos según la constitución) parecemos un estado teocrático, al menos en materia de salud y educación sexual.

Algunos “profesionales” de la salud estigmatizan a las adolescentes embarazadas, como si su estado fuese el castigo por “abrir las piernas”. (DEMUS)
Según el razonamiento de los “defensores de la vida”, aprobar el protocolo de aborto, así sea terapéutico, es abrir una puerta para usarlo como método para un número ilimitado de casos, llámese control de natalidad; lo que llevaría a la destrucción de la moral de nuestra sociedad (especialmente nuestros jóvenes). Las plataformas empleadas por estos grupos van desde los sermones dominicales en las iglesias, minimizar el tema diciendo que los actuales conocimientos médicos permiten salvar ambas vidas haciendo innecesario el aborto (tal vez en países desarrollados donde, curiosamente, el aborto sí está permitido), el uso de medios de comunicación como programas de TV, radio e internet, la estigmatización hacia el otro considerándolo “asesino abortista”, las visitas realizadas a los miembros del Tribunal Constitucional por ultra conservadores en el caso de la llamada Píldora del Día Siguiente, donde los jueces resultaban saber más de salud que la OMS y la OPS e incluso la amenaza de excomunión.
Los grupos “defensores de la vida” usan todos los recursos para imponer su moral.
Creo que cada quien debe decidir con su conciencia, y eso es bueno; pero eso no significa negarle la atención a una mujer que, consciente que su vida está en juego, decide vivir. Existe un protocolo que solo es practicado por 14 nosocomios; el resto no lo practica porque algunos médicos prefieren sacrificar la vida de la madre por evitar problemas legales (pues no está aprobado como protocolo universal por parte del Ministerio de Salud) o por convicciones religiosas.  
Hay que recordar que los profesionales que practican la medicina tienen “un juramento hipocrático”, no hipócrita. Existe un grupo que SÍ puede elegir; mientras que el otro NO puede; especialmente si es mujer, adolescente, de origen rural y con poco grado de instrucción. Si defendemos la vida pensemos también en la vida de la madre. No creo que ninguna mujer quisiese pasar por la experiencia de un aborto. Deja secuelas físicas, emocionales y psicológicas profundas; pero seguirá sucediendo mientras no combatamos los problemas de fondo como son comprender la vida sexual de nuestros niños y adolescentes (que es real) y darles las herramientas (completas, a tiempo y sin juzgamientos) para que elijan y no tengan que buscar salidas desesperadas.
Según DEMUS, la cifra de abortos clandestinos alcanza los 400 mil casos, principalmente de escasos recursos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

¿Adónde van los desaparecidos?


El 30 de agosto se celebró el Día Internacional de las Víctimas de las Desapariciones Forzadas. Este tema hace surgir un personaje en mi mente: Ernesto X. Él puede ser tu amigo, tu compañero de trabajo o de clases, con quien compartes el asiento del bus, puedes ser tú, puedo ser yo. Su familia puede ser la tuya o la mía. Él es el protagonista de una canción llamada Desapariciones, que la escuché en la voz del gran Rubén Blades; como un himno que hermana, tristemente, a distintos países.
"Desaparecidos" Un himno para todos los países que han sufrido esta tragedia.
 
Esta práctica tan antigua sigue siendo usada, de manera sistemática y justificada, por diversos países; incluyendo los regímenes democráticos. La figura es como sigue: Una fuerza del gobierno (militar, policial o paramilitar) te detiene en la calle, tu trabajo o tu casa, y nadie te vuelve a ver. Se asume que en un cuartel o un descampado te torturan y ejecutan.
Las figuras recurrentes para avalar estas prácticas son las mismas: Sospechas de ataque contra el Estado, ergo pensar diferente. Como establece Amnistía Internacional, las víctimas no son solo los que sufren las desapariciones: Familiares, amigos, compañeros de trabajo, hasta la misma comunidad se pregunta ¿Cuándo me tocará? Esta sensación de impunidad se acrecienta cuando los gobiernos se niegan a dar información, los familiares prefieren callar por temor a las represalias y no existen leyes que ayuden a resolver los casos. Este tipo de gobiernos son retratados en V for Vendetta: un comic espectacular de Alan Moore de mediados de los años 80, y llevado al cine por los hermanos Wachowski (triología de Matrix).
V for Vendetta retrata un estado totalitario basado en el miedo.
Las personas no deben temer a sus gobernantes; sino al revés
En nuestro país, actitudes como la parsimonia y el miedo se reflejaron en la guerra que se vivió en la época terrorista. Lima no fue consciente de la magnitud de Sendero Luminoso (SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) hasta que sucedieron los atentados en Tarata y Frecuencia Latina. Antes de ellos, muchos compatriotas en los Andes y la Selva eran secuestrados de sus hogares, ajusticiados, muertos sin tumba de quienes aún no se sabe toda la verdad sobre quiénes hicieron ese acto. No se conoce si fue el MRTA, SL o comandos paramilitares.
Los toques de queda, las batidas, las universidades nacionales y penales donde hondeaban las banderas terroristas son imágenes que se quedaron grabadas en una generación; así como la recuperación de las universidades por miembros del ejército y la captura de Abimael Guzmán. Sin embargo, al ir recuperando la democracia, se oyen voces más fuertes sobre excesos, sobre atropellos a los derechos más básicos, sobre detenciones bajo sospechas. Los casos de La Cantuta y Barrios Altos aún siguen siendo reflejo de una estrategia simple, de atacar primero, preguntar después y callar a los deudos.

"La Cantuta en la Boca del Diablo" Un documental que nos recuerda los resultados cuando se busca es el camino fácil.
Claro, es muy probable que en una situación así mucho digan que era necesario. Sí, también lo pensé. No obstante, conforme veo más y más casos, encuentro más terrible la forma tan poco inteligente con la que se llevó a cabo esta guerra. Familias desintegradas del todo, sin un delito aparente, o un testimonio de alguien que bajo tortura dirá lo que sea y acusará a quien sea con tal de cumplir con una cuota de nombres (no olvidemos este detalle).
Estamos muy lejos de haber llegado a cerrar el tema respecto al papel de los militares en la Guerra Anti subversión, más lejos todavía de haber tratado con justicia a estos pobladores pues no se ha logrado celeridad en los juicios, sanción a los culpables ni reparación a las víctimas. Por ello, las declaraciones del Ministro de Defensa, Daniel Mora, sobre hacer un “acuerdo de punto final y reconciliación” están muy lejos de llegar a buen puerto, al menos no para las familias que exigen sanciones para quienes solo exigen justicia y castigo.
Como mencionó el Ministro Mora, es posible que hayan tergiversado sus palabras. Sin embargo, las pasadas elecciones dejaron en claro que aún se sigue mirando al otro (especialmente al poblador del Ande y la Selva) como personas de segunda categoría. Por lo tanto, no podemos hablar de justicia ni de equidad cuando no hemos podido aún mirar de frente esa herida, curarla y ayudar en la recuperación. Como dicen “las poblaciones que no conocen su historia, están condenadas a repetir sus errores”.
Si en definitiva buscamos curar heridas, un tema crucial para lograrlo es la correcta administración de justicia. En nuestro país ésta es un bien que se torna inalcanzable, incluso para los más poderosos (basta recordar el caso Utopía). Incluso en esto nuestro actual presidente, Ollanta Humala, tiene rabo de paja por los casos Madre Mía y el Andahuaylazo- hasta el momento ha tratado de dar muestras de imparcialidad y responder a los llamados a declarar, aunque quedan dudas si hubo o no compra de testigos. Si hablamos de justicia, es inevitable hablar de sanción para los culpables y reparación para las víctimas. En este caso, el trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) resaltó las violaciones a los Derechos Humanos cometidas en los gobiernos de Alberto Fujimori, Alan García y Fernando Belaunde. Sin embargo, solo se enjuició al primero de ellos, mas no se ha tocado el tema, al menos no con intención real, en los otros dos casos (más por cuestiones políticas).
La matanza de "El Frontón" fue declarado caso cerrado, aunque muchos todavía consideran que es una muestra fehaciente de cómo la justica sirve al gobierno de turno.

“La memoria sana, la justicia repara”, será una de tantas frases mientras no miremos el problema del “otro” como propio, mientras no nos conmovamos y exijamos que se trate a los detenidos como personas y no como objetos. Mientras no entendamos, como decía Dostoievski, que "el grado de civilización de una sociedad se mide por sus cárceles", quedará hacernos la pregunta ¿Quién lo pierde primero su humanidad, el preso que cometió un delito cruel o el que lo captura y lo somete a la misma pena? ¿Se gana algo con ello? ¿Se logra verdadera justicia?

Magistral Kevin Bacón en "Sentencia de Muerte". La justicia tomada por mano propia, y todas las consecuencias para quienes más queremos.