jueves, 13 de marzo de 2014

El problema empieza y acaba en nosotros: Empatía

Para algunos revisar las noticias no es una labor agradable, más cuando estas suelen estar entre un tono rojo (policiales) o amarillo (espectáculos). Sin embargo, todo aquel que se dedica a la comunicación (e incluso para cualquier profesional) es una tarea básica para poder tomar decisiones acertadas.

Las noticias rojas nos llenan de escalofríos. Cada caso que sale a la luz parece sacado de un guión de película o serie gore. Así mismo, cada día se observa con más frecuencia a personas, en especial jóvenes, que les parece “divertido” compartir sus fotos donde han torturado a un animal. Las críticas no se hacen esperar y la rueda empieza a girar. Esta persona obtiene notoriedad, aumenta sus visitas, likes (o dislikes), se convierte en trending topic (tendencia) y es muy probable que busque una nueva “victima”.

Hoy en día se observa casos de parricidios, femicidios, homofobia y bullying. Los primeros están cobrando mayor notoriedad por la juventud de sus autores y la presencia, cada vez mayor, de rasgos psicopáticos. En resumen, según distintos analistas, los jóvenes (e incluso niños) buscan encerrarse en su mundo, no recibir críticas, hacer el menor esfuerzo y recibir la máxima recompensa. Solo desean que satisfagan su deseo. Quizá en este punto valga preguntarse cómo es su desarrollo de empatía.
La empatía es una destreza de comunicación interpersonal y con ella se permite un entendimiento sólido entre dos personas.

Paulina de la Mora define de esta manera la empatía, y en su análisis concluye que vivimos en una sociedad insensibilizada por comodidad o mediocridad. Es más fácil burlarse de aquel que desea hacer un cambio en la corriente, tildarlo de loco, de idiota, de soñador. Es más sencillo subir la luna, hacernos los dormidos, colocarnos audífonos y subir el volumen…ocultar la realidad no la desaparece.
“Los niños abandonados se hacen invisibles” (campaña australiana)

Ann Hardesty McKinley, profesora de pre-escolar, tiene un método muy interesante de enseñar a sus alumnos la empatía. En vez de enseñarles a decir “lo siento” (algo difícil de comprender para el niño), les pide a sus alumnos que pregunten a la persona si se siente bien o no,  y qué puede hacer para que se sienta mejor (Un abrazo, ayuda, dejarlo solo, etc.)

 Tarea difícil enseñar la empatía en los niños, pero no imposible.

El niño no mira el mundo igual que el adulto, y por eso mismo es necesario hablarle en sus códigos y en un lenguaje que entienda. Algo tan básico como la altura puede convertirse en un elemento poderoso para comunicar. La organización ANAR en España desarrolló un mensaje oculto para los adultos, pero que sí pueden ver los niños. Una imagen con un contenido distinto y los números de ayuda en caso de maltrato.

La altura revela dos mensajes distintos.

Si no desarrollamos empatía, situaciones de abuso se vuelven cotidianas como el bullying, el abuso contra niños, mujeres, animales;  el maltrato cotidiano en el transporte público, contra los derechos de otros (minoría etnias o de género), contra la destrucción de nuestro planeta a manos de unos pocos. “Es su problema…nadie saldrá a defenderlo” En efecto, existe el temor a que nos hagan daño como un individuo, pero si muchas personas apoyan una causa es menos fácil el abuso, si somos empáticos es menos fácil que vulneren nuestros derechos y nos hagan las mismas promesas falsas en materia política.

Paulina de la Mora termina su artículo diciendo, “Tal vez no cambie el mundo, pero puedo cambiar el mío y con suerte podré cambiar el tuyo” ¿Qué tan dispuestos estamos a cambiar?

Experimento sobre bullying. Pocos intervienen, nuestra complicidad nos vuelve victimarios.

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