Las noticias rojas nos llenan de
escalofríos. Cada caso que sale a la luz parece sacado de un guión de película
o serie gore. Así mismo, cada día se observa con más frecuencia a personas, en
especial jóvenes, que les parece “divertido” compartir sus fotos donde han torturado
a un animal. Las críticas no se hacen esperar y la rueda empieza a girar. Esta
persona obtiene notoriedad, aumenta sus visitas, likes (o dislikes), se
convierte en trending topic (tendencia) y es muy probable que busque una nueva “victima”.
Hoy en día se observa casos de
parricidios, femicidios, homofobia y bullying. Los primeros están cobrando
mayor notoriedad por la juventud de sus autores y la presencia, cada vez mayor,
de rasgos psicopáticos. En resumen, según distintos analistas, los jóvenes (e
incluso niños) buscan encerrarse en su mundo, no recibir críticas, hacer el
menor esfuerzo y recibir la máxima recompensa. Solo desean que satisfagan su
deseo. Quizá en este punto valga preguntarse cómo es su desarrollo de empatía.
La empatía es una destreza de comunicación
interpersonal y con ella se permite un entendimiento sólido entre dos personas.
“Los niños abandonados se hacen invisibles”
(campaña australiana)
Ann
Hardesty McKinley, profesora de pre-escolar, tiene un método muy
interesante de enseñar a sus alumnos la empatía. En vez de enseñarles a decir “lo
siento” (algo difícil de comprender para el niño), les pide a sus alumnos que
pregunten a la persona si se siente bien o no, y qué puede hacer para que se sienta mejor (Un
abrazo, ayuda, dejarlo solo, etc.)
El niño no mira el mundo igual
que el adulto, y por eso mismo es necesario hablarle en sus códigos y en un
lenguaje que entienda. Algo tan básico como la altura puede convertirse en un
elemento poderoso para comunicar. La organización ANAR en España desarrolló un
mensaje oculto para los adultos, pero que sí pueden ver los niños. Una imagen
con un contenido distinto y los números de ayuda en caso de maltrato.
La altura revela dos mensajes distintos.
Si no desarrollamos empatía,
situaciones de abuso se vuelven cotidianas como el bullying, el abuso contra
niños, mujeres, animales; el maltrato
cotidiano en el transporte público, contra los derechos de otros (minoría
etnias o de género), contra la destrucción de nuestro planeta a manos de unos
pocos. “Es su problema…nadie saldrá a defenderlo” En efecto, existe el temor a
que nos hagan daño como un individuo, pero si muchas personas apoyan una causa
es menos fácil el abuso, si somos empáticos es menos fácil que vulneren nuestros
derechos y nos hagan las mismas promesas falsas en materia política.
Paulina de la Mora termina su
artículo diciendo, “Tal vez no cambie el
mundo, pero puedo cambiar el mío y con suerte podré cambiar el tuyo” ¿Qué
tan dispuestos estamos a cambiar?
Experimento sobre bullying. Pocos intervienen, nuestra complicidad nos
vuelve victimarios.
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