Hace poco han surgido denuncias sobre un juego entre adolescente varones llamado “la clave”. Según La República este “juego” consiste en formar dos bandos. Uno formula una palabra secreta y da pistas a sus rivales para que la descifren, mientras golpean al otro bando sin clemencia. Perú 21 refiere que existen otros juegos como el shocking game’ (que consiste en estrangular a una persona hasta que pierda el conocimiento) y la ‘cuerda voladora’ (en el que se jala a otro muchacho con una soga hasta que este se arrastre por el suelo). El Comercio refiere que existe otro juego más como el avión en el que los menores deben hacer una seña para no ser golpeados cuando pasa un avión por el cielo.
Lo peligroso de estos juegos no es solo su violencia; sino que se realizan fuera de las aulas; lejos de cualquier vigilancia - Foto La República
Estos juegos distan mucho de ser nuevos. La mayoría de éstos son versiones remozadas y mucho más violentas de juegos que existían desde hace mucho tiempo. Apanados, matachola, la guerrilla, Callejón oscuro, etc. Estos juegos se dan porque la construcción de la masculinidad no ha cambiado, al menos no en mucho. En su libro XY La identidad masculina, Elizabeth Badinter refiere que el varón crea su sexualidad en oposición, es decir, deberá convencer que no es una mujer, no es un bebé, ni es un homosexual. Vale decir, él debe demostrar, a lo largo de su vida, que no está en ninguna de estas tres categorías. Estas ideas se instauran desde los juegos culminando en los rituales de iniciación. Pensemos en los juegos infantiles (carritos, soldados, pistolas, armas, etc.) y en cómo demostramos que ya “somos hombres” (peleas, borrachera y debut sexual).
Como refiere el psicólogo Manuel Saravia estos juegos no son nuevos; son aprendidos a través de otros espacios como internet (mediante el aprendizaje vicario) en donde el adolescente busca tener mayor notoriedad, ser reconocido y aceptado por sus pares. Para esto, especialmente en los varones, el reconocimiento se une a la figura de quien aguanta mayor castigo físico, es decir, quien es más macho.
Para Manuel Saravia, las motivaciones de los adolescentes para practicar estos juegos radican en su necesidad de contacto y reconocimiento- reportaje Enemigos Públicos
Lo que preocupa sobremanera a los padres no es, necesariamente, que sus hijos varones practiquen estos juegos violentos; sino que salgan lastimados “gravemente” en ellos. Para los adolescentes es solo “un juego”, nadie quiere lastimar a nadie, “es su culpa de la víctima por no ser vivo”, “solo a los lornas les pasa eso”. Es decir no se visibiliza el problema en su magnitud- al menos no en la mente de los jóvenes, adolescentes y niños.
La solución al problema es integral y ahí justamente radica el poco éxito en combatirlo. Los padres no están informados sobre cómo enfrentar este problema. Muchos piensan que son cosas de chicos, que es parte de su crecimiento, que es necesario para que sean duros, fuertes, machos; o en todo caso que esa es responsabilidad de los profesores (una más de las tantas que deben realizar). Los profesores, de otro lado, no pueden vigilarlos a cada momento; y en caso pudiesen hacerlo, los alumnos buscaran otros espacios como la calle (que es donde se ha registrado estos casos). Los adolescentes siguen considerando estas prácticas un juego; lo cual refleja una imposibilidad de conmoverme con el dolor del otro. Finalmente los ministerios siguen enfrascados en sus problemas y limitaciones: Educación aún sigue sin aplicar soluciones reales al problema del Bullying, y para Salud los problemas mentales, al parecer no están en la agenda.
Tuya, mía, de él…este problema 8como muchos otros) siempre será de otro.
Demás está decir que mucho o todo lo que se pueda realizar depende de la educación y preparación de los padres, del dialogo y una mirada más empática. Muchas instituciones realizan escuelas para padres a los cuales ellos no asisten porque “es de noche” (y estoy cansado) o es el fin de semana (y voy a la pichanga con mis amigos o salgo a divertirme). Hay mucho que trabajar en nuestra sociedad sobre este tema, y dependerá de lo que nosotros exijamos a las autoridades y estemos dispuestos a colaborar y poner de nuestra parte.
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