lunes, 6 de febrero de 2012

Los indignados y la memoria ¿Un día marca la diferencia?

Hoy es lunes, y sigo revisando los artículos sobre la indignación nacional que ha causado el escritor Iván Thays y sus comentarios sobre la comida peruana, su respuesta al apanado mediático y las distintas perspectivas de una opinión que no debería pasar de un círculo de amigos a favor o en contra. Sin embargo, como reflexiona Beto Ortiz el tema ha salido de proporciones porque tan importante como lo que dices es “dónde lo dices, cómo lo dices y sobre todo: para qué lo dices”. En un país con tanta necesidad de identidad, meterse con la comida es como una sonada mentada de madre; y como bien gráfica el Buda de Nieve, en la gráfica a continuación, esto ha despertado las críticas más viscerales.
Hay temas que despiertan más indignación que otros, pero eso no significa que sean más importantes.
En la semana anterior, dos noticias llamaron mi atención: La propuesta del ex presidente Alejandro Toledo sobre declarar el 03 de abril, día donde se recuerda la masacre de Lucanamarca como día contra el terrorismo y la marcha por el Agua.
Patricia del Rio, en su participación en el foro de feminicidio del 2011, decía: “estamos mal para tener que poner un día para recordar algo que como país no se nos debe olvidar”. Respecto al resurgimiento de Sendero y el Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (MOVADEF)- al parecer su fachada política- se han escrito articulo fundamentales como los de Beto Ortiz, Martín Tanaka y Claudia Cisneros. El primero por ser un recuento de hechos básico, el segundo por contener citas de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, y tercero porque nos recuerda que el heroísmo se mide por hechos que van más allá del número de bajas que haces al enemigo.
Personalmente creo que un día al año no va a cambiar el dolor, la perdida ni el sentido de “justicia” de un pueblo. En especial porque “justicia” puede ser entendida de muchas formas (sanción, retribución, venganza, etc.) Y en este caso, para que haya justicia no debe haber olvido, y eso es algo en lo que han trabajado gobiernos anteriores de manera diligente; pues no les conviene a muchos partidos que el poblador de a pie tenga memoria; menos para aquellos partidos que tienen ambiciones de reelección y tienen “rabo de paja”.
Fujimori y García. Ambos ex presidentes con denuncias por corrupción, por crímenes contra los DD.HH y a quienes el olvido conviene en sus planes reeleccionistas- de su partido o propia.
En el caso de la Marcha por el Agua, el proyecto minero Conga sigue trayendo cola. Ha sido la crisis que originó el cambio de gabinete y ha marcado el estilo de gobierno de Humala (o quizá haya mostrado una cara que le es más cómoda). No obstante, en este problema, los “periodistas” siguen teniendo frases antológicas como: “hay que hacer entender a los campesinos”, “son manipulados”, “no saben las ventajas que esto traerá para su región”. Creo que es poco atinado pensar que las personas no desean su desarrollo. Minería y desarrollo puede sonar muy bien, pero ¿Qué hará que esta vez la minera Yanacocha cumpla las promesas que en tantos años no ha cumplido sobre el respeto al medio ambiente y al desarrollo de los pobladores? Quizá alguna persona diga “hay que hacer entender a los empresario”, ellos están limitados a su “pobre y sesgada visión de MBA y negocios”. Las nociones de desarrollo son válidas para cada grupo y deberían respetarse, para eso vivimos en democracia.
No obstante, como el gobierno de mayorías no pesa; sino el gobierno de algunos grupos de poder (los de siempre) aparecen una serie de anuncios en los grandes medios de comunicación; pensando quizá que esta acción “limpiará la imagen” o que por repetir miles de veces un mensaje hará cambiar su esencia, es poco probable. No aprendieron la lección con el spot de Oblitas, o tal vez sí y por eso lo han publicado a toda página en el diario El Comercio. Como fuere, la crítica no se ha hecho esperar.
Carlín parodiando aviso de minería. Tras veinte años de promesas, los pobladores evidentemente desconfían del gobierno.
Han pasado veinte años, desde la caída de Abimael Guzmán y las promesas de las mineras. Un tiempo más que prudente para que una generación cambie su modo de pensar. Y vaya que sí cambió. Hoy los jóvenes están más atentos a los líos de futbolistas, vedettes, series de moda y reggaetón que a lo que pasa por su país. Los medios apuestan más por el rating, y se complican menos en cuestiones políticas que les dan “enemistades a los dueños del medio”.
Carlín graficando las prioridades en valores de los medios de comunicación. 
El colofón que hago de este episodio es que hay temas que aglutinan y uniformizan opiniones como pocos. El país, casi en su conjunto, se ha “indignado” contra Thays, sin importar religión, tienda política o económica (y eso ya es bastante) Y, nuevamente, nos hemos indignado con esa capacidad muy nuestra de levantar polvo y tener pocas acciones sostenidas en el tiempo. Lo cual explica porque siempre nosotros terminamos temiendo a nuestros gobernantes de turno, nunca al revés (haciendo uso inverso de esa gran frase Alan Moore en Watchmen) Un país que olvida está condenado a quedarse estancado en su mismo lodo y beber el mismo estiércol.

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