lunes, 28 de noviembre de 2011

¿Feliz día de la no violencia?

Hace poco celebramos el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer. Creo que tener un día para “no ser violentos” expone lo mal que andamos en esta materia. Más aún si revisamos las cifras sobre ataques a mujeres (Ver post de feminicidio escrito al respecto) y las posturas moralizadoras, censuradoras y que perpetuán modelos machistas, sea explicito o velado, por parte de algunos medios (revisar el post escrito al respecto).
Patricia del Río en su artículo Mujeres al borde de un ataque de ellos evidencia cinco mitos que siguen perpetuándose en nuestro imaginario colectivo: A los hombres también los golpean, la agresión no tienen que ver con el sexo, el agresor está loco, las mujeres crían hijos machistas, les pegan porque no se defienden. Estoy de acuerdo con el espíritu del artículo, pero sí considero que hay cuestiones que afinar. Somos una sociedad violenta y dicha respuesta es condenable vengan de niños, adolescentes o adultos; sin importar el género. No obstante, es evidente que la mayoría de víctimas son mujeres y niños y que los agresores suelen ser varones adultos. Del mismo modo, las mujeres no tienen la culpa de perpetuar el machismo, pero en una sociedad donde la salud es precaria, tener acceso a especialistas que nos hagan ver la violencia que tenemos (manifiestas u oculta) y el daño que hacemos al perpetuarla no es sencillo. Las personas somos, muchas veces, reflejo de nuestros hogares de origen. Existen numerosas campañas que han abordado el tema de la violencia familiar a través del concepto de los aprendizajes (Cocina y pidiendo permiso).
Los aprendizajes de violencia generalmente no son evidentes como un problema por ello no se recurre a ayuda profesional.
Lo siento, se me pasó la mano
Mirko Lauer en su artículo “Los hogares del espanto” analiza esta realidad y nos deja dos claras reflexiones: La insensibilización de muchos jueces y policías que tratan estos casos como “delitos menores” y que estos comportamientos se están registrando, cada vez más, en parejas jóvenes.
Freddy Vásquez,  Jefe del área de Prevención de Suicidios del Hospital Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, comentó que el número de filicidios ha llegado a 34 en lo que va del año. Las respuestas que argumentan para el maltrato, que muchas veces llevan al asesinato, suelen ser las mismas: “se portaba mal”, “solo quería corregirlo”, “se me pasó la mano”- y estas respuestas son llevadas al caso de hombres que agreden a sus parejas mujeres: “la amaba y solo quería retenerla”, “quería reclamarle que no salgan”, “que me atienda”, etc.
Para la mano” La última campaña sobre el tema de violencia contra la mujer; mostrando situaciones que parecen de novela, pero son cada día más comunes.
Según cifras del Ministerio Público, en 2010 hubo 119,933 casos de violencia familiar en todo el país. Sin embargo, si se considera que solo cuatro de diez casos de maltratos en el hogar son oficialmente reportados; por tanto, la cifra real llegaría a 300 mil, es decir, hay muchísimos crímenes que no se reportan. ¿Qué razones hay?
La respuesta probable tiene muchas aristas: Romper una conducta “normalizada” muchas mujeres aún no están empoderadas para saber que nadie debe violentarlas ni física ni psicológicamente. Otra arista va en la falta de mayor protección a las víctimas y en ello nuestras autoridades siguen dándole vueltas a aprobar leyes más eficaces. Existe violencia oculta como sociedad aún consideramos que las huellas de la agresión deben ser evidentes; no vemos que hay daños sutiles y nos convertimos en cómplices de la violencia. Y claro ser hombre no implica ser “macho”, al menos no con los estereotipos de violencia que nos inculcan donde uno debe “imponerse” al otro, en este caso a la mujer.
La violencia muchas veces es oculta, silenciada y camuflada por parte de las victimas que aún temen.
Madre solo hay una felizmente… ¿o desgraciadamente?
La sociedad nos impone muchos esquemas para encajar en ella. Roles que deben ser asumidos por hombres y mujeres, claro que también con ciertas diferencias. Por ejemplo, hay cierto grado despectivo cuando una mujer no se ha casado y más aún si no ha tenido hijos, una palabra aflora para describirla: “solterona”. No todas las personas desean experimentar la crianza de hijos; tampoco desean las responsabilidades, las decepciones cuando no es lo que se espera de él o ella, ni los altísimos gastos económicos que la crianza implica. Prefieren enfocarse en su relación de pareja. Los Dual Income, No Kids (DINKS), a pesar que muchos los critiquen, van en aumento y es una opción tan válida como tenerlos, a pesar de la presión de la familia y los amigos.
Respecto al tema hay algunas verbalizaciones interesantes: “Todo el universo te exigen que tengas hijos y te cases; así el pata que no te quiera, pero la sociedad te mira bien”. Es decir, a la mujer se le “impone” la maternidad como símbolo de su éxito en la vida.
Patacláun abordando el tema de las “solteronas” (Revisar a partir del minuto cinco)

Muchas mujeres hoy en día postergan la maternidad. Desean una mayor posición profesional, económica, haber viajado, etc. Sin embargo, en el momento, deseado o no, de convertirnos en padres se activan los patrones recibidos en nuestra familia, las series de TV, las telenovelas y los spots de publicidad. Hay madres súper abnegadas, sacrificadas hasta el extremo, cuyo centro de vida son sus hijos; otras que viven para ellas, son desordenadas, y nada tienen que hacer con el cuidado del hogar ni la familia; y aquellas que no importa lo que hagas te criticarán tus amigos, tu ropa, tu carrera, tu enamorada, el nombre que le des a tu hijo/a y hasta la forma cómo los crías.
Norma Arnold (Los Años Maravillosos) y la Menopáusica (Carlos Galdos) nos ofrecen dos modelos muy distintos de madres.
Rompiendo un imperativo categórico
Si bien existen madres que parecen madrastras y madrastras que quieren a los hijos extraños más que las madres biológicas, habría que pensar qué tanto son interiorizados por nuestras autoridades judiciales la creencia que el niño/a estará mejor con la madre que con el padre: “el niño estará mejor con su madre porque ésta le va a proveer de lo necesario, lo va a cuidar y querer”- ¿siempre es así? ¿Qué pasa cuando ese niño/a fue concebido por un descuido o por “retener” a la pareja? Y, quizá más grave, ¿Qué pasa con esa criatura cuando se convierte en el objeto de odio porque representa a la persona que me abandono? ¿Qué ocurre cuando la persona que se queda con los hijos viene de un historial de violencia familiar?
En el caso del asesinato de la pequeña Pierina poco se ha reflexionado sobre los temas de fondo: el poco estudio de los antecedentes de violencia de los padres, la complicidad de maestros y vecinos de no detectar señales de violencia en esa niña o, quizá peor, de creer que los castigos solo eran correctivos, las pocas manos de un sistema judicial para verificar historias y seguir a los padres que creen que los hijos son “objetos” y los imperativos de formación que tenemos “si tengo un hijo con mi pareja, ésta se quedará conmigo”, “soy mujer y debo tener hijos” (así no esté preparada para ello)
Finalmente creo que sería importante empezar a ver qué conductas violentas tenemos; qué formas veladas de violencia expresamos; con cuáles hemos crecido; qué tan preparados estamos para afrontar la paternidad y, por qué no, conversar del tema con nuestra pareja, sobre los entornos de los que aprendimos y qué conductas consideramos “normales” para criar y/o corregir a un niño para estar más preparados y cambiar las conductas que heredaran los futuros padres y madres.
Nosotros también podemos ser cómplices al no denunciar, como lo plantea Acción por los Niños.

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